Hace ya dos semanas, y esta es una breve historia que me contó mi hermana (y compañera de cuarto), asaltaron a una muchacha afuera de mi residencia; vivo en el segundo de un edificio de dos pisos, no muy alejado de la vista a la calle, ni del movimiento comercial de Valparaíso. Entonces asaltaron a esta muchacha a altas horas de la madrugada, mi hermana no hizo nada, solo pensó si era yo o no, sin siquiera mirar si lo era… Lo que a mí se me vino a la mente más rápidamente fue el texto que he leído del sr. Jane Jacobs; “Muerte y Vida de las Grandes Ciudades”, texto muy interesante que justamente habla de la relación e interconectividad que deberíamos tener unos con otros al menos en nuestro entorno residencial:
“…Ahora bien, si los ojos no están allí, y si no hay cerebros detrás de estos ojos que, aun inconcientemente, están dispuestos a colaborar para el mantenimiento de la civilización y de la tranquilidad general de la calle, LAS LUCES, POR MUY BUENAS QUE SEAN, NO SERÁN EN ABSOLUTO SIFICIENTES. Siempre es posible, y esto ha ocurrido más de una vez, que se cometan los mas horrendos crímenes en las estaciones muy bien iluminadas del metro cuando no hay ojos presentes. Casi nunca suceden cosas semejantes en los teatros, superpoblados y prácticamente a oscuras. Las luces de una calle pueden ser como la famosa piedra que cae en el desierto, donde no hay ninguna oreja que pueda oír. ¿Hace algún ruido esta piedra? ¿ALUMBRA ALGUNA LUZ SI NO HAY OJOS PARA VERLA? Parece ser que no, al menos en la práctica…”
(Muerte y Vida de las Grandes Ciudades, pagina 13, párrafo dos).
Creo que lo que explica este texto, mediante varios ejemplos tambien, es bastante acertado; realmente hace falta conocer y convivir de cierta forma con las personas que viven nuestro entorno más cercano, ya sean vecinos o trabajadores estables del sector que además de trabajar allí se transforman en ojos siempre activos y procesadores de información que es casi imperceptible por aquellos que pasan y se mueven de forma rápida y poco preocupada de los sucesos de su entorno.
Aquí adjunto pdf con el texto completo: Muerte y vida de las Grandes Ciudades, Jane Jacobs
“…Ahora bien, si los ojos no están allí, y si no hay cerebros detrás de estos ojos que, aun inconcientemente, están dispuestos a colaborar para el mantenimiento de la civilización y de la tranquilidad general de la calle, LAS LUCES, POR MUY BUENAS QUE SEAN, NO SERÁN EN ABSOLUTO SIFICIENTES. Siempre es posible, y esto ha ocurrido más de una vez, que se cometan los mas horrendos crímenes en las estaciones muy bien iluminadas del metro cuando no hay ojos presentes. Casi nunca suceden cosas semejantes en los teatros, superpoblados y prácticamente a oscuras. Las luces de una calle pueden ser como la famosa piedra que cae en el desierto, donde no hay ninguna oreja que pueda oír. ¿Hace algún ruido esta piedra? ¿ALUMBRA ALGUNA LUZ SI NO HAY OJOS PARA VERLA? Parece ser que no, al menos en la práctica…”
(Muerte y Vida de las Grandes Ciudades, pagina 13, párrafo dos).
Creo que lo que explica este texto, mediante varios ejemplos tambien, es bastante acertado; realmente hace falta conocer y convivir de cierta forma con las personas que viven nuestro entorno más cercano, ya sean vecinos o trabajadores estables del sector que además de trabajar allí se transforman en ojos siempre activos y procesadores de información que es casi imperceptible por aquellos que pasan y se mueven de forma rápida y poco preocupada de los sucesos de su entorno.
Aquí adjunto pdf con el texto completo: Muerte y vida de las Grandes Ciudades, Jane Jacobs
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